Ciencia para la gestión de riesgos naturales

Grupo de Estudios Ambientales (IPATEC, CONICET-UNCo) Créditos: Conicet Patagonia Norte
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(Bariloche) Un tsunami en el lago Nahuel Huapi, ubicado en la ribera de la ciudad de San Carlos de Bariloche ( Río Negro) desencadenó la investigación del sistema lacustre, convirtiendo a la región andina un punto geográfico de interés científico para el  Grupo de Estudios Ambientales (GEA) del Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (IPATEC, CONICET – UNCo) que tiene como objetivo producir conocimiento para predecir sobre las amenazas naturales en la región, teniendo en cuenta la interacción de la población y su entorno.

Sus estudios han proporcionado hallazgos de valor científico en la vida comunitaria sobre hechos que tienen una trascendencia histórica para la Patagonia. El trabajo publicado por el Dr en geología Gustavo Villarosa, investigador independiente del CONICET y profesor de la Universidad Nacional del Comahue que actualmente lidera GEA, ha sido de alguna manera el punto inicial cuando en el año 2009 publicó junto a otros colegas un estudio donde comprobaron que las olas del tsunami de 1960 en San Carlos de Bariloche estaban vinculadas al sismo ocurrido en Valdivia (sur de Chile), el de mayor magnitud registrado instrumentalmente.

El trabajo se refiere al evento del 22 de mayo de 1960, cuando una en ola de dos metros rompió la calma del paisaje de montañas haciendo desaparecer el muelle apostado frente al Centro Cívico, donde se hundieron varios barcos y perdieron la vida dos personas. Los pobladores definieron el fenómeno como un “lagomoto” pero, en realidad, lo que ocurrió fue algo inédito: el primer y único “tsunami lacustre” documentado históricamente en la zona, es decir, el primer tsunami ocurrido en un lago continental de Argentina. Desde entonces, el riesgo de que se repita continúa latente.

En ese estudio se comprobó, que el tsunami se había originado por el impacto de las ondas sísmicas que provocaron que los sedimentos del lago, ubicados a más de ochenta metros de profundidad, se deslicen pendiente abajo arrastrando los cimientos del muelle, y desplazaran con violencia aquella masa de agua que terminó golpeando las costas de Bariloche. También sugirió la incidencia que pudo haber tenido la vibración del hincado de los postes del muelle, que había estado en construcción durante algunos años, y contribuyeron a debilitar el sustrato y a facilitar los movimientos en masa en el fondo del lago.

A partir de éste evento aparece la necesidad de comprender el sistema lacustre de la región, el Dr Gustavo Villarosa explicó que la limnogeología (la geología de los lagos) surgió a partir del estudio de las tefras (capas de ceniza volcánica) “y nos llevó a investigar temáticas como lo que la gente llama localmente “lagomoto” (tsunamis lacustres). Así, se enlaza la ciencia básica y aplicada, entender el pasado del lagomoto”.

 Sobre los métodos de investigación que utilizan, explicó que el trabajo experimental de campo comienza con una interpretación de la información de contexto geológico, “por ejemplo los lagos de esta región son de origen glaciario; lo que significa que en el pasado un glaciar ocupó un valle, se retiró y dejó el espacio deprimido que luego se rellenó con agua proveniente de los ríos. Esto nos permite entender desde cuándo y por qué están aquí nuestros lagos y muchas de sus características. También, se recolectan datos específicos con métodos  geofísicos y muestras  del fondo lacustre llamadas testigos sedimentarios, que dan cuenta de la historia geológica al registrar los eventos ocurridos en estos sistemas desde el momento en que se originaron, hace unos 16 o 18 mil años”.

Indicó que para comprender, identificar y estudiar los eventos geológicos (volcánicos, sísmicos y tsunamigénicos, entre otros), registrados en estos sedimentos, utilizan equipos geofísicos como el georadar o perfiladores sísmicos que muestran en un corte sedimentario en profundidad, cómo están organizadas las capas, brindando información geológica que permite definir el lugar más conveniente o representativo para tomar los testigos. A su vez, en los lagos realizan batimetrías de alta resolución con equipos sofisticados (sonares laterales, equipos de hidroacústica) que se montan en embarcaciones para obtener datos que permiten registrar la forma del sustrato. El resultado son modelos 3D del terreno del fondo del lago con una resolución óptima.

La Dra Débora Beigt, también integra el equipo GEA como investigadora adjunta, por su parte destacó que la principal aplicación de las investigaciones científicas que realiza el equipo GEA radica en el ordenamiento territorial “a partir de una necesidad y/o demandas, que pueden surgir de otras líneas de investigación o de la comunidad en general, se encaran iniciativas de vinculación y transferencia que se formalizan a través de diversos instrumentos”. El análisis de la peligrosidad geológica y otros estudios relacionados son un insumo necesario por ejemplo para el desarrollo de obras civiles (puertos, represas, infraestructura urbana).

Las exploraciones batimétricas de los fondos lacustres permiten estudiar zonas amplias con muy buena resolución y pueden aplicarse para generar registros de la morfología subacuática donde se hacen claramente visibles fenómenos subacuáticos como los deslizamientos de grandes volúmenes de sedimentos. Sirven también para aplicaciones prácticas como obras costeras y búsquedas concretas de objetos sumergidos en los lagos que, más allá de su contribución a la investigación, consideran que son aportes relevantes para la sociedad.

Es importante diferenciar los peligros geológicos (el fenómeno peligroso) de los riesgos asociados (los posibles daños derivados de la sociedad que se expone a ese peligro); y la gestión de riesgo es una manera concreta de reducir el peligro. Conocer cuáles son los peligros y qué impacto pueden producir contribuye a esa gestión, que está incluida en la gestión territorial. Villarosa y Beigt plantean que “lo que estamos haciendo es construir información referente a los peligros, conocer mejor al sistema natural y la interacción entre el sistema natural y nuestra sociedad”.

La profundidad de los lagos no sólo tiene información geológica que da cuenta sobre su origen y su dinámica, sino que también encierra misterios. La ciencia  puede contribuir significativamente para develarlos y desentramar la memoria histórica y social de una comunidad. En éste sentido los integrantes del GEA han contribuido en la búsqueda del primer gran naufragio en el lago Nahuel Huapi. Se trata del vapor Helvecia, que naufragó en 1907, y su búsqueda es parte de un proyecto audiovisual a cargo de Acuanauta Films que reivindica su valor como patrimonio naval de la región.

Fuente: Conicet Patagonia Norte. Agencia Iberoamericana para la Difusión de la Ciencia y la Tecnología.

 

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