(Chubut) Investigadores que integran diversos institutos del CONICET-CENPAT trabajaron sobre la utilidad de una planta característica de la región patagónica, con potencial para fitoestabilizar y fitorremediar suelos contaminados con plomo y zinc. Se trata de Atriplex vulgatissima, un arbusto que se encuentra en ambientes salinos y costeros de Neuquén, Chubut, Santa Cruz y el centro de Chile. Esta planta posee diversas adaptaciones que le permiten tolerar elevadas salinidades y acumular metales, modificando su forma.
El estudio se enmarca dentro del doctorado que está realizado la Lic. María de la Paz Pollicelli (IPEEC-CONICET), y a su vez constituye parte de la línea de investigación de sus directores, la Dra. Yanina Lorena Idaszkin (IPEEC-CONICET), y el Dr. Federico Márquez (IBIOMAR-CONICET). Dicho equipo de trabajo viene realizado una serie de trabajos en relación a los estudios de forma como biomarcadores de contaminación, junto a colegas de otros institutos del CONICET y de la Universidad de Sevilla.
La Lic. Pollicelli explicó que en uno de los trabajos realizados dentro del grupo de investigación surgió su tesis de grado, “estudiamos el patrón de variación de la forma de las hojas de Cressa truxillensis asociado a un gradiente de contaminación por metales en la marisma de San Antonio Oeste, Río Negro. En esta marisma, colectamos hojas de distintas plantas de esta especie halófita, y evaluamos cómo en ese gradiente de contaminación cambiaba la forma de la hoja. Lo que vimos es que las hojas que provenían del sitio más cercano a la fuente de la contaminación eran elongadas y las hojas colectadas del sitio con menos metales biodisponibles en suelo eran globosas. Esto nos dio el puntapié para postular la forma de la hoja como biomarcadora asociada a la contaminación”, explicó la becaria doctoral del Instituto Patagónico para el Estudio de los Ecosistemas Continentales (IPEEC).
Tradicionalmente existen distintas formas de remediar sitios contaminados con metales, como los tratamientos físicos o químicos, indicó la Dra. Idaszkin “como estos tratamientos pueden tener un fuerte impacto en el ambiente, surgieron tecnologías alternativas, ecológicamente más amigables, como la fitorremediación, que utiliza plantas para transformar, reducir o eliminar contaminantes del medio. Para eso se seleccionan plantas que puedan acumular los metales en sus raíces, tallos y/u hojas. Al comprender cómo las plantas actúan frente a los metales, conocemos el potencial que tienen las distintas especies para remediar sitios contaminados” explicó. Además, el poder estudiar los cambios de forma y el tamaño de las plantas mediante un método objetivo, de alta resolución, económico y no destructivo, como es la morfometría geométrica, nos permite tener una herramienta poderosa para monitorear la contaminación de sitios claves para la biodiversidad como son los ambientes de marismas, remarcó por su parte el Dr. Márquez.
El estudio realizado con Atriplex vulgatissima fue publicado en la prestigiosa revista científica Chemosphere. En él, se destacó la notable capacidad de esta especie para sobrevivir y adaptarse frente a altos niveles de plomo y zinc utilizados en los experimentos realizados. Además se vió que el patrón de variación en forma de la hoja respondía de manera similar a lo observado en estudios previos, con una forma ahusada o “afinada” frente a niveles más altos de metales, mientras que en ausencia de metales la hoja adquirió un patrón globoso. Esta especie acumuló los metales de manera diferencial, por lo que los autores sugieren que podría ser una planta adecuada para fitoestabilizar plomo, es decir, acumularlo en sus raíces, y fitoextraer zinc al acumularlo en su biomasa aérea, ofreciendo a su vez, una serie de biomarcadores que permitirían monitorear estos ambientes.
Fuente: CONICET-CENPAT