La cueva Huenul 1, se encuentra ubicada en el noroeste de la provincia de Neuquén, alberga en su interior una vasta riqueza de elementos arqueológicos que sorprenden a la comunidad científica y maravillan al turismo informal. El más reciente hallazgo, publicado en la revista Science Advances, estuvo vinculado al estudio de sus más de 800 motivos de pinturas rupestres. Una datación por radiocarbono comprobó que se trata del arte prehistórico más antiguo registrado hasta el momento en Sudamérica. La investigación formó parte del trabajo que un grupo de científicos y becarios de CONICET lleva adelante desde hace más de una década en el lugar. Su objetivo es intentar dilucidar y reconstruir los modos de vida de los primeros grupos humanos que la habitaron, y de quienes se suponen fueron pioneros en toda la Patagonia.
“Empezamos en 2010 con el equipo. El norte de Neuquén es una zona arqueológica muy importante pero muy poco estudiada. Así que decidimos iniciar un proyecto, con pocos recursos y un equipo pequeño”, explicó el investigador independiente de Conicet de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Cuyo, Ramiro Barberena.
El equipo de trabajo inició con un paulatino proceso de sistematización de los hallazgos reportados en la cueva, una tarea crucial para la jerarquización del conocimiento. A pesar de ser un sitio conocido por los lugareños, había pocas publicaciones hasta la llegada del grupo de científicos.
La cueva Huenul 1 integra un sistema conformado por otras cavernas menores, se ubica a 1.000 metros sobre el nivel del mar, mide unos veinticinco metros de largo y está emplazada a lo alto de un cerro entre las localidades de Barrancas y Buta Ranquil. Se encuentra conformado geológicamente por piedras expulsadas a lo largo del tiempo por erupciones volcánicas.
Huenul 1 se destaca no solo por su tamaño, de 630 metros cuadrados, sino por su increíble patrimonio arqueológico. Además de las pinturas y grabados, el lugar está repleto de huesos, rocas y artefactos milenarios, que confirman que fue hábitat de diferentes especies a lo largo del tiempo.
“Cuando empezaron las excavaciones, proceso que llevó mucho tiempo, empezamos a encontrar huesos de megafauna, que vivía en la época previa al Holoceno (últimos 10 mil años), era de gran porte, acostumbrada a climas fríos. Eso nos permitió ver las primeras ocupaciones de la cueva”, detalló la arqueóloga e investigadora de Conicet, Guadalupe Romero Villanueva.
En la cueva se encontraron fragmentos de Megatherium, el género que reúne a los perezosos gigantes. Tras la extinción de los mamíferos de gran porte sobre el comienzo del Holoceno, comenzaron las primeras ocupaciones humanas en el lugar. Estas ocurrieron en torno a los 12 u 11 mil años atrás. “Nos sorprendió la antigüedad. Cuando veíamos el resto de los fechados en zonas cercanas, nos dimos cuenta que fue uno de los sectores habitados de forma más temprana en la zona. Es decir, cuando la gente empezó a llegar a estos paisajes, uno de los primeros lugares que ocupó fue Huenul. Fue un lugar importante para estos grupos humanos”, destacó Villanueva.
El equipo de científicos considera que Huenul 1 fue uno de los primeros sitios ocupados en la región, desde donde los humanos se podrían haber extendido hacia otros sectores de la Patagonia. La arqueóloga destaca la calidad de los descubrimientos encontrados: “Uno está acostumbrado a encontrar restos de fauna, de material lítico, pero también encontramos muchos restos vegetales. Esto es raro, porque son orgánicos y lo orgánico tiende a deteriorarse con el tiempo, pero Huenul tiene una preservación excepcional. Estos restos vegetales permitió obtener una aproximación acerca de qué consumieron estos grupos”, agregó.
Uno de los elementos vegetales que más se destaca es un manojo de ramas teñidas de ocre, que es la única evidencia hallada en el sedimento de la cueva asignable al Holoceno medio (entre 7500 y 3500 años)
Qué reveló el estudio de las pinturas rupestres
Según la investigación del equipo de CONICET, la más antigua de las cuatro pinturas datadas en la cueva Huenul 1 cuenta con 8.200 años, mientras que la más reciente se ubica en torno a los 5.000 años. Pero, ¿por qué fue importante fechar estas pinturas?. Villanueva explicó: “Para nosotros es fundamental. La variable espacial la tenemos resuelta con arqueólogos, pero todas las incógnitas se vuelcan en la variable temporal. Cuando podemos establecer una fecha, se nos abre el mundo. Ahí podemos ver qué estaba pasando con el clima en esos momentos, por ejemplo. Las fechas permiten la contextualización, es ahí donde nos hacemos fuertes y empezamos a tejer una interpretación”. Los investigadores arribaron a la hipótesis de que el desarrollo de este tipo de arte prehistórico en Huenul 1 tuvo que ver con la condiciones de extrema aridez que atravesaba el norte neuquino durante aquellos milenios. Este contexto paleoambiental revela que podrían haber surgido nuevas capacidades adaptativas y de supervivencia. “Vimos que las pinturas fueron hechas en un momento, donde la información paleoclimática demuestra un pico de aridez. El desierto para ellos no era nuevo, pero evidentemente hubo un impacto en estos grupos humanos cuando las condiciones se agudizaron. Se trataba de cazadores-recolectores, por lo cual ante la falta de recursos tenían que ajustarse.
Evidentemente una de las estrategias de estos grupos pudo haber radicado en que no todo el grupo humano se instale en la cueva durante todo el día, porque el ambiente no lo permitía, pero cierto grupo continuaba yendo a pintar estos símbolos. Este lugar, o quizás el viaje a este lugar, tuvo una implicancia importante más allá de que si conseguían allí alimento y sustento”, reveló la investigadora.
Hay una diferencia temporal de 3.000 años entre una imagen y otra, lo cual evidencia -además- que hubo una continuidad en la transmisión de información a lo largo de generaciones. Esto se pudo comprobar porque las pinturas ilustran un mismo motivo: todas tienen forma de “peine”. Casi no existe una variante visual entre las pinturas y fueron realizadas con las mismas técnicas.
Cómo se hizo el proceso de datación con carbono 14
El proceso de datación consistió en la implementación de la técnica de radiocarbono 14, realizada en un laboratorio de los Estados Unidos. La datación por radiocarbono es, básicamente, un método diseñado para medir la radioactividad residual de los restos orgánicos. Mide la cantidad de este isótopo presente en el elemento a estudiar y estima un tiempo aproximado desde que, el componente orgánico que lo conforma, muere. “El primer paso fue ver la composición de las pinturas, donde se vio que estaban realizadas en base a carbón vegetal, lo que hizo posible usar el carbono 14. Procedimos a tomar una muestra, que es una lámina de menos de un milímetro de la pintura. Eso se mandó a un laboratorio y se las sometió a espectrometría, son equipos químicos muy sofisticados”, detalló Barberena.
La utilización del carbono 14 para datar pinturas rupestres suele ser escasa, lo cual explica que en Huenul se hallen las más antiguas de toda Sudamérica. Este dato no exime que haya otras cavernas, como cueva de las Manos, en Santa Cruz, que posean motivos de 10 mil años. En la mayoría de los estudios se utiliza un tipo de cronología relativa.
¿De dónde vinieron los antiguos habitantes de Huenul?
La información sobre los primeros habitantes de Huenul es en gran medida un misterio. El equipo de arqueólogos de Conicet destaca que solo pueden obtener datos aislados sobre sus ocupantes, los cuales se complementan con análisis contextuales. Sin embargo, se estima que los grupos humanos comenzaron a instalarse en esta gruta hace 12 u 11 miles de años. “Sabemos muy poco de estas primeras personas, no sabemos exactamente de dónde vendrían. En una escala general podríamos decir que Sudamérica se colonizó desde el norte hacia al sur, entonces podría arriesgar una hipótesis de que serían poblaciones que venían en bajada, ya sea de lo que hoy es Argentina o de las costas del Pacífico. Pero como no tenemos huesos humanos, información de ADN, no sabemos quiénes eran”, argumentó Barberena.
En el norte de Neuquén existen pocas cuevas con las características de Huenul 1, lo que la convirtió en una de las primeras en ser habitadas. “La cueva es la única con características de tamaño, espacio bajo techo, de visibilidad del paisaje en el norte de Neuquén. A su vez, si uno viene del este podes verla fácilmente. Entonces, no sería raro para gente que camina por ese paisaje sentirse atraído”, aseguró el investigador. Se trata de una caverna muy protegida del viento. Sin embargo, su ubicación se encuentra distante de los cursos de agua, a unos 5 kilómetros de distancia. Estas fuentes son el río Colorado y el arroyo Buta Có, uno de sus tributarios.
Fuente: Daniel Quilodrán. Suplemento BIO/Diario Rio Negro