(Chubut) Un estudio revela la multidimensionalidad de factores que influyen en el uso y selección de plantas medicinales de una comunidad del Pueblo Mapuche en la localidad de Gualjaina ubicado en la estepa patagónica, en la provincia de Chubut. La investigación fue publicada en la revista Ethnobotany Research and Applications y se enfoca considerando las dimensiones culturales y biológicas de su práctica. Analiza cómo el uso y la popularidad de las plantas digestivas es afectado por diversas variables tales como su aroma, la dualidad de uso medicinal – comestible, la versatilidad digestiva y su origen biogeográfico, cómo su accesibilidad ambiental. Como parte del proceso de investigación, se estima que de las 500 especies vegetales de la farmacopea vegetal mapuche, alrededor del 20% de las mismas, son utilizadas por la población rural para prevenir y/o contrarrestar ciertos tipos de dolencias gastrointestinales.
Las investigadoras que llevaron adelante el estudio, resaltan los aportes de este trabajo a proyectos de interculturalidad en salud que promuevan la soberanía, el derecho de los pueblos en sus acciones y estrategias para respetar su cosmovisión. En ese sentido, Soledad Molares, investigadora del CONICET en el Centro de Investigaciones Esquel de Montaña y Estepa Patagónica (CIEMEP, CONICET – Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco) y una de la autoras del estudio indicó que “el diálogo de saberes es fundamental para contribuir al avance del conocimiento y establecer bases para una sociedad más soberana, diversa e intercultural. Siempre desde un código de ética que ampare y proteja al conocimiento botánico tradicional considerándolo propio de las comunidades originarias y campesinas”.
El aporte del estudio es relevante para la conservación biocultural e intercultural en salud, otra de las autoras es Ana Ladio del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA, CONICET – Universidad Nacional del Comahue) que expresó “en el caso del estudio en esta comunidad, hemos observado que las plantas medicinales son muy relevantes para resolver sus problemas de salud, están directamente relacionadas a cómo ellos/as proyectaron su cultura en el territorio, qué huertas hicieron, qué plantas están incluidas, qué actividad económica tienen, si pueden recolectar plantas ubicadas en lugares de difícil acceso”. Se centran en porque la naturaleza y la cultura están imbricadas y no se puede separar en un territorio que ha estado intervenido desde hace mucho años por seres humanos, por eso lo definen como una práctica biocultural. Las investigadoras plantean que no existe en este caso un paisaje prístino, porque hace cientos de años que está atravesado por la vida de la gente y lo va transformando de acuerdo a sus necesidades “cuando tu vida depende del territorio, en general se generan acciones ligadas a la conservación, de manera que si la planta es útil, esa planta rara vez es talada; sino que es conservada, tolerada y cuidada”, sostiene Ladio.
De la investigación participó también María Laura Ciampagna, investigadora de la División Arqueología de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, realizando un trabajo de campo con el enfoque de la “ética del cuidado” establecido por la Sociedad Internacional de Etnobiología y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible. Tuvieron en cuenta el entramado social del territorio y generaron
espacios de diálogo entre los/as pobladores/as, investigadoras y agentes sanitarios. Estos espacios de intercambio permitieron identificar las características y propiedades de las especies.
También se tuvieron en cuenta las formas de reconocimiento de las comunidades, en particular el olfato y el gusto, lo cual requirió un trabajo interpretativo complejo para su clasificación. Respetando el derecho de los pueblos en sus acciones y estrategias desde su cosmovisión. Con lo cual, consideran importante incluir estos conocimientos científicos en las currículas educativas, en las estrategias de conservación de las plantas que dejan de estar disponibles en el territorio y en el reconocimiento de la memoria biocultural de los pueblos para contribuir en la construcción de conocimientos colectivos.
Con respecto a la relación entre el ambiente y la comunidad “en general observamos que las personas están usando las plantas más accesibles y las cultivadas en las huertas que son plantas exóticas de la Patagonia. Las plantas que han quedado más alejadas, son las nativas y se han dejado de usar porque están cada vez más lejos. Esto permite pensar que estas comunidades necesitan tener cerca los ambientes de bosques y acceso a territorios amplios, de lo contrario su medicina se ve restringida”, agregó Ana Ladio.
Sobre la etnobiología
Estudia el conocimiento ecológico tradicional que tienen las distintas sociedades sobre las plantas y animales, las prácticas de uso, percepciones y valores que inciden en la conservación biocultural de la región. Esta aproximación resalta la importancia de que el paisaje es una construcción cultural, creado a la medida y a la manera de las necesidades y visiones de las distintas comunidades humanas que lo habitan.
Según las autoras, esta línea de investigación pretende renovar y generar nuevos espacios para la reflexión y discusión de saberes, visibilizarlos y problematizar categorías preestablecidas. La etnobiología se destaca como ciencia transdisciplinaria y como puente entre los conocimientos de diversa naturaleza.
Fuente: CCT CONICET Patagonia Norte – INIBIOMA (CONICET – UNCo)