“Hay mucho interés por las plantas patagónicas, muchos las usan pero aún no hay conocimiento sobre los compuestos y qué actividad tienen en relación con el ambiente” Dra. Luz Arancibia, investigadora del Centro Regional de Investigación Científica Tecnológica (CRIDECIT)
Si nos detenemos a observar el paisaje patagónico, no podemos escapar a la curiosidad de esa extensa biodiversidad de plantas nativas que la habitan, sus características y lo que generan en el ambiente. Sobre todo esa referencia histórica de los usos y costumbres de los pobladores, custodios de esa biodiversidad, su representación con lo autóctono, y la memoria por conservarlas. Ésta bioculturalidad hace de las especies nativas de Patagonia un punto de interés científico a nivel global y que desde la región se investiga hace tiempo. Se puede mencionar el trabajo de clasificación de las más de 6000 especies que amplían el registro del Herbario Patagónico de la Universidad Nacional de la Patagonia, o el Jardín del Árido Patagónico que se diseñó en el predio de la Universidad, dando apertura a la visita comunitaria en la provincia de Chubut.
Las “nativas” son versátiles, se destacan en ornamentaciones de jardines, por sus aceites aromáticos y también por su aporte en el refugio y alimento para la fauna autóctona. Sin embargo, hay un desconocimiento sobre sus propiedades que son múltiples y diversas para su uso, tanto en farmacología, o en terapias alternativas que cuentan historia en prácticas vinculadas a la medicina ancestral. “Hay mucho interés por las plantas patagónicas, muchos las usan pero aún no hay conocimiento sobre los compuestos y que actividad tienen en relación con el ambiente” expresó Luz Arancibia, doctora en farmacia, investigadora del Centro Regional de Investigación Científica Tecnológica (CRIDECIT) y profesora de Química de la Facultad de Ciencias Naturales y Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
Desde el inicio de su carrera, Luz se dedicó a investigar los compuestos y propiedades referidos a dos plantas nativas: el Senecio (nombre científico), cuyo nombre común entre los habitantes de la región es “yuyo moro o charcao” perteneciente a la familia de las Asteraceae y posteriormente para su tesis posdoctoral, se centró en estudiar los compuestos del Schinusjhonstonii (nombre científico) más conocido como “Molle” de la familia de las Anacardiaceae. En principio su interés fue estudiar la diversidad estructural y la predicción de la actividad biológica del género Senecio, sus aportes como fuente de principios activos de una gran variedad de plantas medicinales que son utilizadas en la medicina tradicional para el tratamiento de enfermedades inflamatorias entre otros usos. Posteriormente a instancias de su trabajo posdoctoral y por sugerencia del Dr. Osvaldo Córdoba y la Dra. Luján Flores – directores del CRIDECIT- se dedicó a estudiar el Molle “ellos me alentaron a que desarrolle mi trabajo sobre el molle de la zona costera patagónica de Comodoro Rivadavia, por el gran potencial que tiene y el interés como posible fuente de agentes farmacológicos”.
Las propiedades antimicrobianas, antiparasitarias, antioxidantes y sus muchos compuestos químicos de gran potencial que se producen como parte del metabolismo secundario de las plantas hizo que su investigación se enfoque en buscar una mayor actividad biológica del molle “mediante un proceso en el que si se aíslan los componentes, podrían ser modificados estructuralmente” para optimizar su actividad química. Realizando comparaciones con otros molles que ya fueron estudiados por otros grupos de investigación de Tucumán y de Esquel en la provincia de Chubut.
Cuando el marino británico George Musters, en el siglo XIX cruzó la Patagonia de sur a norte, menciona en sus escritos que los pueblos originarios utilizaban el molle para preparar una infusión dulce. A los tehuelches les gustaban de sus frutos elaborar la chicha (bebida alcohólica) de sus semillas machacadas y era común que instalaran sus campamentos al refugio de estas plantas. Las espinas, largas y firmes se utilizaban para el estaqueado de los cueros destinados a curtido. Por otra parte, su madera proporciona leña de muy buena calidad y durante el periodo de floración, el molle es visitado frecuentemente por las abejas productoras de miel porque es una planta que constituye una importante fuente de néctar.
Si bien las especies nativas se pueden encontrar en varios puntos geográficos del mapa, la científica explicó, que sus propiedades son diferentes porque no tienen la misma composición química, ni los mismos compuestos “cada especie en cada zona tiene sus particularidades químicas propias de la región, una planta en Comodoro Rivadavia con un viento de 120 km/h, pobre en humedad y suelo arcilloso, no es lo mismo que una planta en otras regiones de 100% de humedad siendo la misma especie, incluso es diferente hasta su morfología. Aunque sea la misma especie no tienen similitudes, pueden compartir el diseño básico de compuestos pero no son los mismos” porque es probable que sintetice en determinadas épocas del año “por ejemplo se logró aislar compuestos de plantas de Santiago de Chile que se encontraron en el invierno del 2009 pero que nunca volvieron a salir, lo rico de las especies es que te puedes encontrar con un universo amplio”.
Sus trabajos sobre el aceite y el aroma del molle datan del año 1996, publicados en la revista “Naturalia Patagónica” de la Facultad “ahora mi trabajo se centra sobre los compuestos más complejos y más difíciles de elucidar en una línea de investigación de química orgánica aplicada a productos naturales, centrados en el análisis de compuestos extraídos de la planta”. Un aporte fundamental “porque se necesita conocer su estructura química para saber qué cambios se pueden predecir”. Junto con la microbióloga Graciela Pucci investigaron la actividad antimicrobiana del molle “contra bacterias y hongos, es decir, si estos compuestos tienen actividad antimicrobiana y su relación con la estructura química”. La primera parte de su investigación la realizó en la Universidad de la Patagonia San Juan Bosco con material, equipamiento y reactivo. La segunda, para extraer compuestos más complejos lo hizo como tesista postdoctoral en la Universidad de París V René Descartes, ésta coproducción le permitió producir conocimiento que está a punto de publicar.
Hacer ciencia en Patagonia
“Cuando empecé a investigar en los años noventa no había nada” expresó Luz detallando su trayectoria como científica “ahora hay equipos de separación cromatográfica de alta resolución y de separación de compuestos volátiles con equipos de cromatografía de gases, pero seguimos teniendo instrumental al cual es difícil de poder acceder como por ejemplo el Equipo de Resonancia Magnética Nuclear porque muchos de los extractos y de las muestras que proceso las tengo que enviar a la Universidad de Buenos Aires”.
La doctora Luz Arancibia además de ser investigadora, es profesora de química autora de publicaciones dedicadas a la enseñanza de la química en nivel medio y superior y su libro “Descubriendo el mundo de la química” se publicó en el 2013 por la editorial universitaria EDUPA que tuvo su reedición en el 2015 y 2017. Su vocación por seguir descubriendo la diversidad de flora nativa la mantiene enfocada en que su proyecto de investigación tenga continuidad “hay interés en los estudiantes que son la continuidad y los que harán crecer la investigación, una de mis tesistas estudia el género Senecio con el objetivo de buscar posibles compuestos químicos que presenten una analogía estructural con un antibiótico que tiene una estructura parecida a los compuestos que habíamos aislado y que se utilizan en la actualidad, como antimicrobianos. Otra de mis tesistas trabajará en conjunto con la Universidad de Córdoba, sobre la actividad microbiológica de una batería completa de plantas patagónicas”.
Sumando otra línea de investigación sobre los cactus patagónicos, y sobre los hidratos de carbono que se extraen de las algas del Golfo San Jorge, convencida de que “es un deber y una obligación el transmitir el conocimiento para que se siga trabajando sobre ésto con mayor profundidad, tecnología e interdisciplinariedad”, como la que desarrolla con la Dra. Alicia Marchiaro de la Facultad de Ingeniería, en la búsqueda de extractos extraídos de éste género como posible fuente de bioherbicidas naturales, entre varias líneas de investigación que se desarrollan actualmente. Sin duda, una actividad científica que atraviesa los contextos históricos y culturales de la región patagónica.